SETMANA ALTERNATIVA |
Dentro de la programación de la 23a Setmana Cultural Alternativa, contaremos con la exposición de pintura "Al lado del Mar", de Vicente Verdú, que podrá visitarse del 16 al 31 de octubre de 2014 en el Centro Municipal de Cultura, ubicado en la calle Antonio Maura Nº 4 de Castellón de la Plana, de lunes a viernes de 18:00 a 20:00 y lunes, miércoles y viernes también de 10:00 a 14:00.
Esta exposición se apoya en el ámbito y el sentido del color azul porque de la misma manera que es prácticamente imposible encontrar a un ser humano que no le guste el chocolate, es casi inconcebible un hombre o una mujer a quien no interesen los colores y especialmente el azul.
En realidad todo el espacio en el que nos hallamos es azul. El cielo es azul, el mar es azul el planeta es azul. Pero es azul, precisamente, durante el bienestar o la paz por acumulación del vacío sereno. Mientras el rojo es “encarnado” y pugna encarnecidamente, el azul tiende a la gradual disolución del color. Nunca llega a perderse del todo pero puede rozar la línea de lo muy distante, la magnífica pureza de la lontananza.
El negro/negro, siempre será algo pesado, grávido y sin igual. Pero, a diferencia del negro, el azul escapa de nuestras manos con tanta velocidad y facilidad para llegar enseguida al horizonte. El azul como el verde son colores fríos que alivian el bulto de los cuerpos y provocan, en sus bajos tonos, una efectiva impresión de liviandad.
Esta sería la razón de que Polignoto, por ejemplo, los evitara en sus frescos y que, en cambio, con la pintura al óleo, en la pintura de perspectiva, sean elementos creadores de un espacio liberado, desde los venecianos hasta los lienzos del siglo XIX.
Actúan estos tonos de azul no como primeros actores del cuadro sino como un aroma, un basso continuo en el mágico universo paralelo a la música ambiental asociada al sosiego o la esperanza.
Continuo y bajo de sonoridad, el azul es muy apto para degustar serenamente, casi sin sabor. Aunque también en esa degustación (como sucede con las diazepanes y píldoras que inducen azuladamente al sueño) se incluya en efecto la inconsciencia. Los franceses dicen que lo ven todo azul je n’y vois que du bleu cuando quieren decir que no ven nada y, en alemán, ich bin blau es igual a haber perdido la conciencia por efecto del alcohol.
El alcohol, precisamente, se quema en azules, como la economía arde en una pálida y gigantesca hoguera de seres humanos en plena crisis, cruel y apenas razonable. Estrangulados dentro del azul por una fatalidad que no se expresa con un lenguaje sonoro y concreto. Porque el azul, bendito o maldito, siempre está silenciosamente ahí. Rodea al mundo como un gigantesco vendaje, se comporta como una mirada absoluta (la mirada policial azul, de uniformes azules) y se complace en sí “como una (temible o inocente) “nada encantadora”, según decía Goethe.
El recién nacido fue tradicionalmente vestido de azul pálido si era varón y de rosa si era niña. El azul pálido y el rojo pálido dan cuenta del blanco común implícito de la leche materna. En esta fase primera, hay concordia y sonrisa entre los dos colores pastel.
Más tarde, sin embargo, la vida atruena cuando el rojo de los cañones y la sangre se junta al azul cianótico de la muerte, la pobreza y el desahucio. Y ambos se juntan en el violeta del viático, las ropas litúrgicas de la extremaunción que el cura lleva al vestirse de morado. Nuestra entera morada, en fin, recorre la senda azulada desde el principio al final, desde el mar a la muerte, desde la fantasía pueril a las venas del personaje desahuciado.
¿Una exposición en azul? He aquí el mundo entero, exterior e interior, representado en la enseña absoluta de su bandera. Bandera absoluta, omnipresente y perfecta.