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Francisco García Marquina


Ganador del 16é Premi Tardor de Poesia, con el trabajo Cartas a deshora.


Tarjeta postal de cualquier sitio

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Porque todo te atañe

te mando esta postal de cualquier plaza.
Va en ella la nostalgia de una piel memorable,
y un latido de labios por escrito.

Te pongo unas palabras
que me encontré en la plaza y que fueron de otros,
y estaban en el aire como buscando boca
que las dijera. Son
palabras de tanta humanidad
que están llenas de dicha desgraciada.

Pero cualquiera de ellas basta para nombrarte
y todas ellas juntas
me enredan los alientos hasta hacerme caer
de bruces sobre ti.

Te confieso mi nombre,
la pura realidad que siempre llevo
como un fracaso crónico
pues no he podido ser en esta vida
otra cosa que yo.

Cuando escribo de ti
me voy aproximando a la que eres
y cuanto más te nombro
más me voy convirtiendo en lo que digo.

Al fin pongo en renglones tu calle y tu ciudad
y sobre ellas tu nombre,
una palabra hermosa que no es para decir
sino para rozarla suavemente.

 

Nota escrita a tus espaldas

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Escribo sobre ti,
sobre tu espalda reclinado escribo
y al tacto reconozco que esa piel
es más mía que tuya
pues que la miro y vengo a acariciarla
y a ponerla fielmente por escrito.
Toma y lee: sabrás
cómo es tu cuerpo descifrado en verso.

Yo te propongo un trueque equitativo:
te regalo mis hombros
para que los descubras con tus dedos,
te ofrezco los caminos escondidos
donde nunca hice pie.
Voy a darte la espalda sin temor
para que tú la explores
con tus ojos, tus uñas y tus labios,
y sea toda tuya en esta noche.

Te entrego en propiedad
mis cosas de dudosa pertenencia:
estos hombros caídos en desgracia,
esta piel que conspira a mis espaldas
y nunca he visitado,
esta tierra de nadie que me incumbe.

Por razón de justicia, abre la guardia,
que voy a conocerte
en el suave usufructo de tu hondura.
Al cabo de la noche yo podré revelarte
qué luminosa y dulce eres por dentro.