PostHeaderIcon JOAQUÍN ORTEGA PARRA

Joaquín Ortega Parra


Joaquín Ortega Parra

Ganador del 1r Premi Tardor de Poesia, con el trabajo El rumor de la fuente.

En la voz de Fidel Tomás, jurado del Premi Tardor de Poesia en varias ocasiones.


El jugador

JavaScript no está habilitado!
To display this content, you need a JavaScript capable browser.

  

Porque no es la impaciencia

Porque no es la impaciencia lo que me trajo al mundo
celular de tus ojos. Porque no fue tu cárcel
la que aferró mis ansias, ni fue -no fue- la argucia
de derruir bastiones, de atravesar murallas.

Porque no fuiste esfera de marfil, que en mis manos
girases lentamente. Porque no has sido fruta
coloquial de mis labios; ni línea de horizonte
-por si se alcanza un día-; ni amanecer de lluvia
desleída y profana; ni voz ronca, infamante,
Lili Marlen de un Tiempo verjurado, y achaques.

Porque he llegado, justo, cuando el Amor partía,
y no esperó; ni tuve -porque no es la impaciencia-
una bala escondida para ocasión tan clara.

Porque la prisa agobia el rubor de quererte:
mis pasos más serenos. Porque te quise tanto,
no es la impaciencia antigua, sino ese lene olvido
quien me acerca a tu casa,

                                cuando, ya, ni recuerdo.


Pájaro herido

Rellenaré mis ojos de estos verdes amables,
para que nunca pueda decir que no he vivido,
pero en el fondo soy ese pájaro errante
que aletea sin fuerzas en busca de su nido.

Yo no sé si este verde que tamiza mi tiempo,
que entretiene mis ocios, y amortigua mis penas,
es un verde apagado, camino del desierto,
o es un verde de frondas, rumorosas y plenas.

El verde que gatea por las paredes blancas,
y el verde que apoltrona el césped con que sueño,
no sé si me protegen en estas horas rasas,
o soy yo el que se hace refugio de sus duelos.

Pero sé que estos verdes seguirán verdeando
cuando, pájaro herido, detenga mi carrera.

Otras alas, veloces, llegarán de su mano,
y yo estaré ocupando una página negra.


La helada nostalgia

Si la helada nostalgia del ayer te da brillo,
y confunde tu música, y aminora, paciente,
el ritmo trepidante de estas últimas horas;
si sientes un regusto de placer cuando llega
esa helada nostalgia, la vieja coima, hetera
de aquello que nombramos juventud, no preguntes
por las grises farolas de gas, ni por las calles
de tu infancia, ni tantos amigos de frambuesas
y corazón de lumbre.

                            No barrenes la búsqueda
de aquellas emociones, atentas centinelas
de las primeras líneas; que han rasado los vientos
los dulces promontorios del amor de piñata;
que las calles poblaron metálicos ruidos
de confusión y muerte; que las grises farolas
no alumbran, y enmohecen; o son curiosa estampa
de amarillos periódicos.

                           Que esa helada nostalgia
no almidone la fresca realidad, que no venga.